Cuando en la asociación Barcelona Travel Bloggers comentaron que desde FAADA Turismo Responsable ofrecían la oportunidad de pasar un día en la Fundació Mona no dudé ni un momento en apuntarnos.
Tuvimos la suerte de aprender mucho ese día. Cosas buenas y malas que creemos que hay que darles difusión. Esperemos que con esta pequeña aportación consigamos darlas a conocer un poco mas.
La Fundació Mona es un centro de recuperación de primates que se encuentra en la provincia de Girona, que además hace diferentes actividades abiertas al público para dar a conocer su trabajo y concienciar a la gente sobre el maltrato que llegan a sufrir estos animales que suelen ser utilizados en espectáculos varios o como mascotas. Actualmente sus instalaciones albergan a trece chimpancés y cuatro macacos.
Nuestro día consistiría en vivir y experimentar lo que hacen las personas que quiere pasar una estancia corta en la fundación.
Para ello, antes tuvimos que hacernos la prueba de la tuberculina, puesto que la tuberculosis es una enfermedad que compartimos con los primates y de fácil transmisión. Como íbamos a estar en instalaciones interiores, había que asegurarse que estábamos sanos.
Con la prueba superada y el certificado correspondiente llegamos a primera hora a la fundación donde nos recibió una de las cuidadoras del centro.
Allí nos comentó un poco lo que haríamos y en especial nos dejó claras las normas, todas de sentido común. Y es que, tratándose de animales salvajes, es básico seguir ciertas directrices para el bien y la seguridad tanto de personas como de primates.
Por si alguien se lo pregunta: No, no se pueden tocar los animales.
De hecho, ni siquiera los voluntarios que pasan allí 6 meses pueden hacerlo. Solo las tres cuidadoras permanentes que los conocen bien y están habituadas a ellos están autorizadas.
Primero, como hemos comentado, por seguridad, son animales salvajes y muy fuertes, y, aunque en general puedan mostrar comportamientos afables, siempre hay un riesgo de imprevisibilidad. Y segundo, porque están ahí para rehabilitarse y por tanto el contacto lo han de tener con sus congéneres no con el ser humano.
Después de recibir las indicaciones nos mostró las instalaciones, nos presentó al grupo de voluntarios con los que trabajaríamos y enseguida nos pusimos manos a la obra.
Primero tocaba limpiar las instalaciones exteriores.
Una vez limpias, repartimos la comida por diferentes puntos para que tuvieran que buscarla.
Y ahora sí, con el patio bien preparadito, les tocaba a ellos salir y disfrutar del buen día que hacia. Nosotros nos sentamos en el lugar que nos indicaron donde pudimos ver el ir y venir de la cuidadora y los voluntarios para ir haciéndoles salir por grupos. En ese momento nos empezaron a decir los nombres de cada uno y a contarnos algunas peculiaridades de cada individuo. Nosotros con los ojos como platos al ver los chimpancés tan cerca nuestro.
Son animales realmente preciosos e imponentes.
Con los animales fuera, tocaba arremangarse y limpiar las habitaciones. Barrer toda la paja, limpiar con desinfectante, volver a poner paja limpia... Suena fácil, pero os aseguro que es un trabajo físico duro y mas con el calor que pegaba ese día. Nuestra admiración por los voluntarios que hacen ese trabajo a diario crecía a cada momento.
Con las habitaciones limpias nos fuimos a ayudar en la cocina. Mientras Jordi ayudaba a preparando unas bolas de arroz para la cena, yo me encargaba del desayuno del día siguiente. Todo bien pautado y controlado para que los animales reciban una buena dieta.
Al terminar, nos fuimos a comer todos juntos y a descansar un poco. El día estaba siendo agotador pero muy gratificante.
Ese rato lo aprovechamos para hablar con las cuidadoras y los voluntarios sobre la fundación y todo el tema de tráfico de primates.
En esa conversación descubrimos datos muy preocupantes, ¡como que en España es legal tener primates como mascota! (¡Aunque sean individuos salvajes capturados!), o que ¡en caso de maltrato animal no se puede hacer nada para sacárselo al dueño si este tiene los papeles en regla!...
Lo de tenerlos como mascotas nos dejó perplejos. Por lo visto no todos los animales que tienen provienen del mundo del espectáculo, algunos vienen de familias que creyeron que podría ser un buen animal de compañía.
También nos sorprendió, aunque esta vez para bien, la dedicación de los voluntarios. Gente que viene de toda España a trabajar, sin cobrar y costeándose los gastos, y que le pone unas ganas y un sentimiento enorme.
Como nos comentó una de las cuidadoras: Si esto funciona, es por ellos.
Al acabar de comer nos comentaron que podíamos pasear por el perímetro de las visitas (obviamente sin estar ellos presentes no podemos acercarnos mas) y también subir a las torres de observación que tienen para realizar estudios de etología, para hacer fotos.
Pero como podéis ver, a esas horas y con ese calor, la mayoría hacían lo que haríamos todos: siesta y relax. :-) Por suerte, a varios miembros del grupo les entró el gusanillo y bajaron en busca de merienda y pudimos hacerles fotos de cerca.
Tuve que medio arrastrar fuera de la torre a Jordi, que estaba emocionado con el poder hacerles mas fotos, porque esa tarde hacían una visita guiada y nos habían comentado de sumarnos para que viésemos como eran.
Al inicio de esta visualizamos un vídeo donde te encuentras con la realidad de la vida que llevan los animales dedicados al mundo del espectáculo. En concreto muestran las condiciones en que vivían algunos de los chimpancés que tienen en la fundación antes de que fueran rescatados. Ves como estaban el día que los sacaron de allí y el cambio que han podido dar y es inevitable emocionarte y que la rabia te invada. ¿Como puede ser eso legal?
Pero no solo tratan ese tema, a lo largo de la visita, que dura dos horas, se nos explica también la problemática de intentar tenerlos como mascota, que es lo que necesitan en realidad, etc...
La explicación se hace dando una vuelta a las instalaciones para observarlos e ir explicando algunos de los casos de la fundación.
Es una visita que recomiendo, tanto a adultos como a niños, para que podamos ir encaminando a las nuevas generaciones hacia el respeto por los animales. (Tienen también visitas especiales para niños donde se lo explican con un lenguaje mas ameno y adaptado a ellos)
Al finalizar la visita nos esperaba uno de los mejores momentos: ¡La cena de los chimpancés!
Entramos al pasillo que da a las habitaciones y nos sentamos en la zona que nos dijeron, a un metro escaso de la barrera, y empezaron a entrar los animales a sus habitaciones. Algunos tranquilamente, otros mas acelerados, otros haciendo ostentaciones. Os aseguro que ver a un metro de ti a un chimpancé adulto en plena situación eufórica fascina y... ¡acojona! En ese momento piensas que hay que estar loco para pensar que pueden ser una mascota...
Y ahí estábamos, alucinando, viendo como los voluntarios les iban pasando la cena en orden respetando la jerarquía del grupo. Ver como son capaces de abrir y comerse tranquilamente un yogur o poner morritos para beber sopa de un vaso... ¡te quedas ojiplático!
Además creo que hice una "amiga". jeje Y es que África, una de las chimpancés, se emperró en llamar mi atención (aunque yo no le correspondí, porque no es bueno para ellos).
Su técnica para que me fijara en ella consistía en: escupirme media manzana masticada (¡ojo! que le gusta la manzana) o tirarme el frasco de yogur vacío (de fresa, eso sí, que el de limón no lo quiere xD).
Al acabar la cena aún nos quedaba un momento especial mas. El momento en que la cuidadora se sienta cerca de ellos y les revisa posibles heridas. En ese momento creo que cualquier persona la envidia por el contacto y porque ves un vínculo especial entre ellos.
Y ahora sí, la jornada acababa. Nos cambiamos y les agradecimos como pudimos el habernos acogido por un día y el habernos enseñado tantas cosas. Digo como pudimos porque con tanta emoción en el cuerpo a veces cuesta expresarse.
Recuerdo que Jordi dijo que estaba reventado y yo contesté que yo no tanto... ¡Ja! De camino a casa y una vez la adrenalina dejó de hacer efecto, empezó a venirme un cansancio y un dolor muscular que no hizo mas que incrementar mi admiración por el equipo de personas que acabábamos de dejar atrás.
Pero no quiero acabar sin comentaros las diferentes formas en que se puede colaborar con ellos.
Y es que, como nos explicaron, ideas y buena voluntad no les falta pero sí el dinero. Aunque los animales son propiedad del estado, este solo aporta fondos suficientes como para cuidar dos chimpancés al año y el resto vienen de aportaciones desinteresadas de la gente.
Hay muchos primates esperando ser rescatados, pero si no amplían las instalaciones no es posible albergar a mas.
En definitiva, que si salen adelante es gracias a la colaboración de las personas. Y para ello han ideado diferentes formas de hacerlo que podéis consultar en su web.
Desde aportaciones esporádicas, hasta hacerse socio o incluso apadrinando a un animal. También podéis visitarles, ya sea en una visita guiada de dos horas o bien realizando una estancia corta en la que pasaréis unos días como el nuestro. Eso sí, las visitas hay que reservarlas. Recordad que es un centro de recuperación, no un zoo, y por tanto no están abiertos a visitas espontáneas.
Y hasta aquí un día maravilloso y emotivo que pasamos gracias a La Fundació Mona y a FAADA Turismo Responsable. ¡Muchas gracias por el magnífico trabajo que realizáis!